Las intensas nevadas y las gélidas temperaturas que deja la borrasca Filomena en la mayor parte de la península son una muestra más de los fenómenos meteorológicos extremos que se asocian a las consecuencias del calentamiento del planeta. Pero algunos se preguntan cómo puede nevar tanto y hacer tanto frío si el planeta se está calentando…
Confunden tiempo y clima.
Meteorología y climatología
El temporal de nieve y el frío que estamos viviendo tiene que ver con el tiempo (el estado atmosférico en un momento y un lugar concretos), que va cambiando cada día.
Sin embargo, cuando los científicos advierten del calentamiento de la Tierra, se refieren al clima (la media de los valores diarios de temperatura, precipitaciones… en un lugar determinado durante un periodo largo) y aquí la tendencia no deja lugar a dudas.
2020 año más cálido en Europa
El programa europeo de observación terrestre Copernicus acaba de confirmar que el año 2020 fue el más cálido en Europa desde que hay registros, que iguala el récord de 2016 como el más cálido a escala mundial y que los seis últimos años han sido los más calurosos.
Cambio climático y fenómenos meteorológicos extremos
El cambio climático afecta a la frecuencia e intensidad de los episodios meteorológicos extremos, son cada vez más frecuentes los de temperaturas extremadamente cálidas pero ¿qué sucede con las grandes nevadas y las olas de frío?
Un estudio de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) revela que en los 10 últimos años, el 95% de los récords de temperaturas que se han registrado en España son cálidos y tan solo el 5% fríos. Por cada récord frío en la última década en nuestro país se han producido 18 cálidos. El gráfico siguiente podemos ver representa cómo el aumento de los episodios de calor extremo desplaza el promedio de forma que los episodios de frío extremo se hacen más raros y se espacian más en el tiempo.
¿ Cómo se ha generado Filomena ?
Científicos británicos señalan como posible origen un calentamiento repentino de la estratosfera. Estos calentamientos repentinos se caracterizan por el aumento de la temperatura de la estratosfera sobre los polos que suelen desencadenar fuertes bajadas de las temperaturas y tormentas de nieve en latitudes inferiores. En ocasiones, estos fenómenos pueden producir un cambio en las corrientes de chorro, provocando un tiempo excepcionalmente frío en Europa y el norte de Asia.
Además, han averiguado que, cuando el vórtice polar estratosférico se parte en dos, su impacto sobre la meteorología, con nevadas y temperaturas muy bajas, es más rápido y fuerte. «El tiempo excepcionalmente frío que generan esas roturas del vórtice polar son un fuerte recordatorio de cuán rápido puede cambiar el tiempo», ha explicado en un comunicado Dann Mitchell, coautor de la investigación. «Incluso con el cambio climático calentando nuestro planeta, estos eventos seguirán ocurriendo, lo que significa que tendremos que adaptarnos a un rango incluso más extremo de temperaturas».
Si la explicación te parece un poco complicada, estas viñetas de T@mo sintetizan muy bien la idea. 🙂
y NO, Filomena no acaba con el cambio climático.
El programa europeo Copernicus resalta también que en 2020 pese a reducirse las emisiones de Gases de Efecto Invernadero a causa de la pandemia, su concentración en la atmósfera ha seguido aumentando (La concentración de CO₂ sigue subiendo a un rimo de 2,3 partes por millón (ppm) al año y en 2020 alcanzó un máximo de 413 ppm).
“Hasta que las emisiones globales no se reduzcan a cero, el dióxido de carbono continuará acumulándose e impulsando el cambio climático”, aseguró el director del Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de Copernicus, Vincent-Henri Peuch.
“Los extraordinarios eventos climáticos de 2020 y los datos del Servicio de Cambio Climático de Copernicus nos muestran que no tenemos tiempo que perder. Debemos unirnos como una comunidad global para garantizar una transición justa hacia un futuro de cero emisiones. Será difícil, pero el coste de la inacción es demasiado elevado”, destacó a su vez Matthias Petschke, director de Espacio de la Dirección General de Industria de Defensa y Espacio de la Comisión Europea.
Patricia ha hecho un artículo de divulgación fantástico
‘FILOMENA’, UNA CARA MAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Se tiende a asociar el cambio climático con las olas de calor, olvidando que también provoca una sucesión de fenómenos meteorológicos extremos de características distintas.
Fernando Valladares, Carlos Mataix, Cristina Monge
10 ene 2021
Hace ahora dos años, ante una de esas grandes nevadas que asolan de vez en cuando Estados Unidos, Donald Trump se preguntaba: “¿Dónde está el cambio climático cuando se le necesita?”. No es de extrañar que alguien de su naturaleza no alcanzase a verlo. Ese año marcó récords de huracanes en el Atlántico, de intensidad superior a la habitual, se dio el mayor número de tormentas simultáneas, se marcó la más alta temperatura absoluta del aire jamás medida (54,6) e incluso se vivieron un par de medicanes, es decir, huracanes mediterráneos, fenómenos climáticos absolutamente inusuales. Trump, con su ignorancia, habría necesitado tener a alguien cerca que, parafraseando al asesor de Clinton, le hubiera espetado: “¡Es el cambio climático, estúpido!”.
En España, hace casi un año mirábamos atónitos cómo desaparecía el delta del Ebro bajo la furia de la borrasca Gloria, el temporal más duro que han sufrido España y el sur de Francia en los últimos 40 años. Ahora, Filomena está dejando las mayores nevadas registradas en la Península durante el último medio siglo y ha pulverizado el récord de temperatura mínima con -35,6º en Vega de Liordes, León. Ambas tormentas son manifestaciones de un clima extremo e inestable que está batiendo récords cada vez más deprisa.
Pese a estas evidencias, se tiende a asociar el cambio climático con las olas de calor, olvidando que el cambio del clima resulta en una sucesión de fenómenos meteorológicos extremos de características distintas: olas de frío, de calor, huracanes, etcétera.
¿Cómo combinan frío extremo y calor creciente? La conexión no es directa, pero es indudable. El calentamiento trae consigo un debilitamiento de la “corriente en chorro”, esa corriente de aire que se da en la estratosfera y permite separar las regiones polares de las templadas. Dicho debilitamiento favorece la formación de “vaguadas”, áreas anticiclónicas que se forman debido al ascenso de aire cálido y húmedo. De esta forma, grandes masas de aire frío provenientes del norte entran en contacto con masas de aire cálido y húmedo provenientes del sur. Por un lado se obtienen récords de bajas temperaturas provocados directamente por ese aire frío que cada vez llega a latitudes más sureñas y, por otro, se obtienen precipitaciones históricas, en forma de lluvia o de nieve.
No tenemos aún certeza estadística para afirmar que la frecuencia de olas de frío ha aumentado, pero sí su crudeza. Es muy probable que a medida que se reúnan series temporales más largas, vayamos comprobando también cambios en la frecuencia de olas y temporales de frío en el hemisferio Norte. Algo así ocurrió en las últimas décadas con los huracanes. Hace 20 años, lo que sabíamos de su conexión con el cambio climático era débil debido a la fuerte variabilidad interanual del clima, pero a medida que se fueron obteniendo más datos, la conexión se confirmó.
No deberíamos distraernos mucho esperando más información. Herbert Simon, premio Nobel de Economía en 1978, explicó magistralmente cómo la racionalidad de muchas de las decisiones que afectan a nuestra vida es siempre limitada, tanto por factores psicológicos como por la falta de disponibilidad de información perfecta. Sin embargo, eso no nos impide actuar.
Los efectos del cambio climático y de la destrucción de nuestros ecosistemas tienen mucha inercia: persisten durante un largo período de tiempo aunque cesen las causas que los originaron. Los próximos años tendremos que resistir los golpes de nuevas filomenas, que afectarán seriamente a nuestra seguridad y nuestra economía. Necesitamos aumentar la inversión para adaptarnos a este nuevo entorno a la par que construir un modelo más sostenible. El programa Next Generation puede ser la gran oportunidad.
Aunque falta mucho por conocer, las evidencias son lo suficientemente contundentes como para no dilatar las decisiones ni las inversiones. Los informes que han alertado sobre las consecuencias de traspasar los límites del planeta parecen el guion de una serie distópica que estos días estrena un nuevo capítulo rodado en las calles de muchas ciudades españolas.
No es solo una cuestión de voluntad política. La transformación para llegar a un acuerdo de paz con nuestro planeta, como días atrás propusiera el secretario general de la ONU, requiere un enorme esfuerzo de colaboración pública, privada y social. En estos últimos meses hemos aprendido mucho de misiones colectivas que nos obligan a ir al límite de lo posible, como el desarrollo de la vacuna. Cuando junto a la urgencia creamos el estímulo y las condiciones para cooperar entre saberes, organizaciones y países, tenemos una gran capacidad para escribir el guion de nuestro futuro.
Fernando Valladares es científico del CSIC y profesor asociado de la Universidad Rey Juan Carlos. Carlos Mataix es profesor titular de la Universidad Politécnica de Madrid y director del itdUPM. Cristina Monge es politóloga, profesora de Sociología en la Universidad de Zaragoza.