Ángel Silvente Ortega es profesor de Tecnología y Jefe de Estudios Adjunto en e IES Miguel Hernández, en Alhama de Murcia, en la Región de Murcia. Comparte la experiencia de reducción de huella de carbono en su centro.
Los centros educativos no podemos quedarnos sólo en la educación ambiental. Tenemos una responsabilidad directa en el cambio climático como establecimientos que emiten CO2, ya sea por combustión directa o por uso de electricidad. Por simple coherencia, no podemos estar hablando en clase de cambio climático y de reducir emisiones y no hacer nada significativo al respecto. Incluso si consiguiéramos educar a la generación más concienciada y proactiva de la historia desde el punto de vista mediaombiental, esa generación llegaría demasiado tarde para actuar. Estamos demasiado cerca del “punto de no retorno climático”.
¿Cómo se puede calcular la huella de carbono de un centro? ¿Qué ventajas tiene? ¿es sencillo? Y lo que es más importante ¿Cómo podemos reducir la huella de carbono y además ahorra en nuestra cuenta de gastos? En esta entrada daremos respuesta a estas preguntas.
CONCEPTOS BASE
Cuando nos proponemos perder peso ¿qué es lo primero que hacemos? Pesarnos, ¿no? Pues si lo que queremos es “bajar peso” a nuestras emisiones, el primer paso, el que nos hace tomar consciencia de cuánto contaminamos, es medir nuestra huella de carbono.
La huella de carbono es la suma, expresada en toneladas equivalentes de CO2, de todas las emisiones de un individuo u organización. Se definen tres alcances para la huella de carbono:
- Alcance 1: Emisiones directas desde las instalaciones. En el caso de un centro educativo comprende las emisiones de CO2 por combustión y la fuga de gases fluorados de equipos de aire acondicionado y/o frigoríficos.
- Alcance 2: Las emisiones indirectas por uso de energía eléctrica, que según la fuente tendrá asociada una huella de carbono mayor o menor, llegando a cero en caso de generación 100% renovable.
- Alcance 3: Se trata del resto de emisiones indirectas por uso de servicios y bienes. Esta huella puede llegar a ser muy compleja de calcular si los proveedores de esos bienes y servicios no aportan información de la huella de carbono de los mismos.
Por ahora, la mayoría de instituciones están calculando su huella de alcance 1 y 2. Eso mismo hemos hecho en el IES Miguel Hernández.
¿POR DÓNDE EMPEZAR?
El propio Ministerio para la Transición Ecológica publica una folleto muy sencillo y comprensible. Lo primero es recopilar facturas de combustibles fósiles y reparaciones de equipos de aire acondicionado, para las emisiones de alcance 1, y de electricidad, para las emisiones de alcance 2. Esta es una tarea relativamente sencilla para los centros de secundaria o los colegios que tengan autonomía en su gestión autonómica. Seguídamente, solo falta sumar las cantidades de gasóleo para calefacción, gas natural, electricidad…
Una vez tenemos los datos usaremos la herramienta de cálculo que proporciona el MITECO para hacer los cálculos. Hay que recordar que cada tipo de combustible fósil, cada comercializadora de energía eléctrica y cada gas fluorado tienen un factor de emisión diferente. Estos datos están integrados en la herramienta de cálculo, que nos dará un resultado de forma automática.
¿CÓMO REDUCIR LA HUELLA DE CARBONO?
Una vez hecho esto, hay que remitir la información para su correspondiente registro, así como redactar un plan de reducción de emisiones. En este enlace puedes consultar la nuestra. Pero ¿cómo podemos reducir emisiones? Aquí viene lo más interesante de todo: reducir emisiones de forma radical es más sencillo de lo que podríamos pensar. Quizá el mayor error que se ha cometido a la hora de abordar la lucha contra el cambio climático haya sido el de plantear “pequeñas acciones que todos podemos hacer” que llevan muchas veces a reducciones mínimas. Los cambios incrementales conducen sólo a un destino: la mediocridad. Los grandes retos llevan a realizar cambios estructurales. Éstos producen verdadera transformación.
Está bien y es necesario educar en apagar las luces al salir del aula, eso está claro. Pero no es suficiente. Esa es una lucha larga, que desgasta y produce cambios lentos y poco significativos en muchos casos. Así que se apostó por el cambio estructural con dos acciones concretas y muy muy sencillas:
- Sustituir la iluminación fluorescente por iluminación LED.
- Cambiar la comercializadora de energía y contratar con una 100% renovable con factor de emisión cero.
La realidad es que estamos reduciendo el consumo eléctrico año tras año y hemos reducido sustancialmente las emisiones de CO2. El IES Miguel Hernández cuenta ahora con el sello “Calculo-Reduzco” del MITECO que reconoce la reducción de emisiones.
Cuando planteamos cambiar a una comercializadora renovable algunas voces críticas advertían de que eso podría salir más caro y además no tener asegurado el suministro, con cortes eléctricos y otras inconveniencias. Nada más lejos de la realidad.
Tenemos contratada el suministro con una cooperativa local de energía renovable. La electricidad nos está saliendo más barata que la convencional y funciona a la perfección. Además tenemos la satisfacción de saber que el dinero que pagamos va a productores locales, que el dinero se queda aquí y no se destina a comprar petróleo, gas ni carbón a países lejanos muchas veces gobernados por oligarquías corruptas donde se violan sistemáticamente los derechos humanos.
Hay que decir que todo el proceso se ha ido desarrollando a través de propuestas de trabajo con los alumnos en un proyecto denominado 05050: cero emisiones, cero desperdicio de agua y cero residuos a vertedero. 50% del ahorro se reinvierte en eficiencia y sostenibilidad. El otro 50% para mejoras educativas. Lo interesante es que una vez conseguidos estos hitos, los resultados son visibles para todos y animan a que deforma indirecta crezca la concienciación entre alumnado y profesorado.
Cierto es que aún quedan aspectos que mejorar, como la reducción de emisiones directas por la quema de gasóleo de calefacción, tema en el que estamos trabajando actualmente, o reducir aún más el consumo eléctrico porque seguimos teniendo un elevado consumo de energía en stand-by que no logramos eliminar. Más allá, otro ámbito en el que hay muchísimo por hacer es en el de la movilidad, sobre todo de profesorado, que por las características periféricas del centro implica excesivos desplazamientos en coche que no solo generan importantes emisiones (que algún día tendremos que calcular) sino que también suponen un elevado coste económico, perjudican la conciliación familiar y aumentan los riesgos de accidente.
Una vez hecho lo vemos tan sencillo y efectivo que nos preguntamos: ¿cómo es que no lo están haciendo más centros educativos? ¿Por qué la medida no se hace de obligado cumplimiento a nivel nacional? En el caso de Murcia, hemos elevado esta propuesta a la Consejería de Educación y recientemente TFF mantuvo una entrevista con la consejera.
Esperemos que dicha entrevista de frutos. Entre tanto, invitamos a que los centros se pongan en marcha por su cuenta. Como dice Joaquín Araujo: “actuar contra el cambio climático consiste en no esperar a nadie”.
Una iniciativa buenísima, que ayuda a nuestros Centros Educativos a reducir nuestra huella de carbono. ¡Enhorabuena!
Nosotros también estamos inscritos. Podéis ver nuestros cálculos en nuestra página https://nscarambiental.blog/huella-de-carbono/
Un saludo
Muchas gracias, Arturo. ¡Qué estupendo que tengáis hasta un blog propio con la experiencia! Nuestra más sincera enhorabuena.